Noche calurosa. De verano, a mediados de agosto. En donde mejor se estaba era al aire libre, y allí se encontraba él. Tumbado en la colina, en su lugar de siempre admirando la luna llena. Le encanta eso. Espera con ansias la llegada de la noche con luna llena. Y a mi me encanta salir al porche y verlo disfrutar. Es el momento del día en el que más feliz se encuentra. Pensé que después de la pérdida de su mujer no volvería a verlo feliz, pero me equivoqué. No debería molestarlo...¡MIERDA! Me ha oído...
- Bobby, bonito, ven. - le llamo y viene meneando la cola, eso es que está feliz, por fin.